Pequeña caída

Cuesta tanto sentirse inútil. No llegar a los objetivos que nos ponemos y a lo que se espera de nosotros.

Si tan sólo pudiera dormir como las personas normales...

Anoche tenía prisa por conciliar el sueño, y en vez de escribir y relajarme me tome la pastilla. Y no se que tiene, porque más que dormir me quedo en coma y luego no consigo despertarme a la hora que debo hacerlo.

En consecuencia llega la culpa, por fallar una vez más.

Sé perfectamente que lo peor que puedo hacer es forzarme, y sin embargo lo hago continuamente.

Todos los días me impongo algo y tarde o temprano tenía que sufrir una derrota.

Al despertar y ver la hora me he desesperado. Otra decepción para mí misma y para los demás.

Es tan complicado llegar a todo, a un trabajo de muchas horas, a tratar de “ser normal” y relacionarme, a dormir lo necesario y del tirón, a centrarme en mí para tratar de sanar...

Pero lo más difícil es pedir ayuda. Nunca he sabido ni he podido. No se si es un problema de confianza o simplemente trato de ser autosuficiente en todos los aspectos. Siempre he estado sola. Si solo dependo de mi misma es como si pisara tierra firme. 

Sería tan fácil poder decir “no me puedo permitir el psicólogo ahora mismo” y sin embargo prefiero recortar gastos de lo poco que me hace sentir viva antes que humillarme.

Es así como lo siento, pedir ayuda es una humillación. Y sin terapeuta me va a costar mucho liberar mi mente de tanto caos que me mantiene despierta...

Detesto esta maldita crisis que no permite que, al menos, mi negocio levante el vuelo. Sí tan sólo tuviese algún ingreso todo sería mucho más fácil.

Porque la miseria del alma se me junta con la del bolsillo y hacen estragos en mi cabeza.

Si ya de por sí siempre me he sentido inferior más aún ahora que me viene justo para subsistir.

Es curioso, toda mi infancia y adolescencia me han dicho que estaba gorda. Llevaba la talla 44 o 46 y mido 1'78. Ahora si estoy obesa, para que me lo puedan decir con razón...

Y con el dinero pasa lo mismo, siempre he sido la pobretona desamparada. Cuantas veces he envidiado la paga que les daban a mis amigas para sus gastos o el que les compraran ropa... Ahora es cuando realmente tengo apuros, no me falta para comer pero es una preocupación constante.

Otra lección de vida, siempre se puede ir a peor.

Sólo yo podía meterme en un restaurante un año antes de que se desatara la crisis y sentir que si no funciona todo lo bien que debería es mi responsabilidad.

No sabía que todo el mundo había estudiado hostelería y entendía más que yo. Tanto consejo absurdo aún me ningunea más, sobre todo porque me falta el carácter para imponerme y contestar como más de uno se merece.

Nadie, excepto mi socia que es quien realmente importa, es capaz de ver como me he dejado la piel en él. Tal vez el afán de controlarlo todo no ha permitido que fuera “guay” y divertida. Pero no lo puse para hacer amigos, sino para ganarme la vida.

Y hoy una vez más he fallado, me he dormido y no he llegado a mi hora. Es como darles la razón a todos los que me ven débil e inútil, un lastre.

Aunque me siento mal por ello no va a ser lo de siempre. Porque he aprendido a desahogarme aquí y después de compartirlo las penas son menos penas y las alegrías se multiplican.

He perdido la mañana pero no la tarde, así que no voy a optar por rendirme y quedarme en casa. Por mucho que me apetezca esconder la cabeza no es la solución y sería un paso atrás horrible para mi autoestima.

Seguiré sin pedir ayuda, porque simplemente no sé. Pero seguiré hacia adelante. Lo bueno de haber tocado fondo es que sólo puedo ir a mejor. No voy a volver a bajar los brazos de nuevo ni a darme por vencida.

No voy a volver a callar mis sentimientos para acabar llorando de impotencia.

No soy perfecta, tengo muchísimos fallos y aunque quiero correr antes de andar soy consciente de que me esperan mil caídas más.

Pero al fin he comprendido que lo importante no es cuantas veces caigas, sino cuantas eres capaz de levantarte.

Estoy segura que con vuestro apoyo y mi obstinación siempre voy a conseguir ponerme en pie. Mientras siga intentándolo podré conseguirlo.

Hoy opto por no quedarme tirada en el suelo, hundiéndome en el fango. Hoy me doy otra oportunidad para salir de casa y cumplir con mis pendientes.

Ya no necesito que los demás estén satisfechos con mi actitud y mi trabajo, me basta con estarlo yo.