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Mostrando entradas de julio, 2012

Tras el antifaz

Vuelvo a hacer vida social. Vuelvo a tener contacto con la gente. Y vuelvo a sentirme enmascarada. Estoy mejor y estoy enfrentando el día a día con sus pequeños retos. Salgo airosa de casi todos ellos. Y sin embargo temo caer en lo mismo. Porque de mi círculo cercano tan sólo una persona sabe mi verdad. Aunque todos se están portando muy bien conmigo, sin reproches ni juicios. Siento que sigo fingiendo. Para ellos tengo depresión, simplemente. Me parece como si los pasitos que voy dando son un arma de doble filo. Quiero estar bien, como todos, pero soy consciente de que el bajón puede llegar en cualquier momento. Que la gente me vea bien hace que me crea “curada”, cuando tan sólo estoy empezando a luchar. Odio que sigan sin comprenderme. Tienen mucho tacto y se portan fenomenal, pero escucho consejos sobre la ansiedad y la depresión que me suenan a arameo. No quiero menospreciar el dolor de nadie, pero no es comparable... Me veo envuelta otra vez en un antifa

Domingo

Después de dos días de espanto, de horror y desilusión hoy ha vuelto la esperanza. Descubrir que mi niña se sacrificó para nada es demasiado. Demasiadas veces permití el abuso pensando que era ella o yo. En el patio del colegio siempre la observaba, desde mi soledad la veía jugar con otros niños, tan inocente... No quería que compartiera el infierno y a pesar de que crecía y comprendía, lo consentía. Todo en balde. Me decían con cierto orgullo que era su ojito derecho, pero el maldito no era tuerto. Cuando por fin me negué a seguir con esa atrocidad le advertí y le amenacé. Él sabía mejor que yo misma que no podría hablar. Al caer la venda de mis ojos sentí de nuevo el abismo, pero ahora sé como no salirme del camino. Paré la marcha, tomé un descanso y dejé que las lágrimas limpiaran mi alma. El dolor sigue ahí, clavado. Es una nueva herida en el corazón que quizás sea la última en cicatrizar. Pero esta vez no me ha vencido y no he caído. Es la peor de mis culpas y

Días

Hay días grises llenos de nubarrones negros en los que es fácil caer en la culpa y en la autocompasión. Días en los que apetece dejar todo a un lado y tratar de vivir el presente ignorando el dolor del pasado. Por suerte somos supervivientes y como tales resistimos la tormenta. Tarde o temprano el sol vuelve a brillar detrás de las nubes y su luz nos vuelve a llenar de energía. Hoy el cielo es azul otra vez. Llevo una semana de esfuerzo y de grandes pasos. He caído y me he levantado una vez más. Y aunque me duele no haber sabido proteger a quien me necesitaba. Aunque me siento responsable de lo ocurrido. Aunque sienta más su abuso que el mio propio, hoy soy capaz de soportar otra culpa más. Mi razón entiende que no podía hacerme cargo de todo lo que se me exigía, pero mi niña siente que falló en lo más importante.  Cuántas cosas todavía producen malestar en las entrañas a pesar de que no debería ser así.  Porque una cosa es saber y otra es sentir, y creo que cu

Fracaso

¿Yo también fui víctima y verdugo?. Mi tarea era proteger a quien venía detrás, era la única que podía hacerlo y fallé. Que ilusa, pensar que a un manipulador, a un abusador se le podía quitar el poder con la amenaza de una niña de doce años. Que ciega fui. ¿Como hice para mirar para otro lado?. ¿Como no me di cuenta de nada?. Era una adolescente con la vida destrozada y en estado de fuga mental. La descuide, fallé. Se que no soy el verdugo de esta historia, pero me siento cómplice, de nuevo la culpa me carcome. Al sacar todo tenía mis sospechas, pero ni quería pensarlo, mi fuero interno si lo sabia pero prefería la duda a la certeza. Hice lo que todos hicieron conmigo, ignorar el tema. Mi padre cambia las versiones de los hechos a su antojo, yo simplemente me deshago del recuerdo. ¿Con qué derecho me siento defraudada cuando yo soy peor?. Era una niña, era débil, estaba sola, me crié en el silencio... pero nunca debí consentirlo, nunca debí abandonarla. Somos familia y tal ve

Decepción

Me decidí a hablar con 21 años. La primera persona a la que se lo conté fue a mi padre. Me dijo la frase que más me ha dolido en toda mi vida. “Pero si tú te ibas tan a gusto con él”. Él nunca a vuelto a tocar el tema y yo me lo trague otros once años hasta que un día exploté. Lo siguiente que mi padre me dijo fue “como tu nunca contaste nada”. Me confesó que mi madre le había dicho que también le ocurrió pero que no lo tomó muy en serio, como ella era tan mentirosa... Me fui directa a casa de mi madre y ella, al menos, me pidió perdón por su ceguera. Aunque me costó volver a hablarle, sabía perfectamente lo que me esperaba cada vez que me dejaba a solas con él. Aunque no quisiese admitirlo. Me digo que a mi padre le superó, que no se lo supe decir con tacto y mil cosas más pero lo cierto es que mi relación con él desde ese día no es igual. La primera vez que rompí el silencio descubrí que tenían mil motivos para sospechar y ninguno hizo nada. Me sentí culpabilizada por é

Algunos porqués...

Cada uno de nosotros tiene algún por qué en su vida,en el caso de los supervivientes de A.S.I. Son infinitos. Mentiría si dijese que no trato de hallar respuestas. Algunas son imposibles de comprender y otras son difíciles de asimilar,pero todas duelen. La principal pregunta que todos nos hacemos creo que es simple,¿por qué a mi?. Según los artículos que he leído el perfil que buscan los pedófilos suele ser niños solitarios,con baja autoestima,carencias afectivas... Es posible que sea así cuando el abusador no pertenece al círculo cercano del niño. En el caso del incesto,la mayoria,creo que simplemente nos tienen a mano. No hay un porqué en nosotros,no es por algo que hiciéramos o por nuestro carácter,tan sólo nacimos en la familia equivocada. Otra pregunta que creo que nos carcome,¿por qué no lo conté? Si el agresor tiene parentesco con nosotros nos encontramos con sentimientos entremezclados,es lógico querer al padre,al abuelo,al tío,al hermano,... Por otro lado

Recordando...

En cierta época me obsesionaba recordar la primera vez. Él mismo la fecho a los tres años, por supuesto yo le provoque. Creo que quería saber como fue para corroborar que no fue mi culpa. ¿De verdad su mente estaba tan enferma como para creer que una niña de tres años que se levanta la falda busca sexo?...  No sabía que era aquello, me superaba. Con seis años tengo consciencia de haberme masturbado porque me gustaba sufrir, me creía malvada por ello. El vocabulario de una niña es limitado, pero no elegí una palabra buena para definir el placer. Siempre supe que ese secreto era malo, pesaba como una losa y me hacia sentir sucia. Sufría aún sin saber como llamarlo. Estaba tan acostumbrada al abuso y al silencio que simplemente le dejaba hacer. Detestaba el momento en que llegábamos al garaje. Porque en otros lugares podía ser que le apeteciera o no pero subir al coche siempre requería un pago. Es como si avanzara a cámara lenta y viera la película desde fuera. Entrabamos al co

Como hablar

Mi abuela nació seis años antes de la guerra civil. Tuvo dos hermanos, pero uno no llegó al año de vida, falleció de lo que aquel entonces denominaban asfixia blanca. Soy consciente de los tiempos que corren, veo a demasiada gente rebuscando comida en la basura del mercado o entrando al restaurante para que les demos sobras, a veces casi llorando de vergüenza y de impotencia. Ojalá me sobrara el dinero para poder poner el menú gratis y abierto a todos... Pero aquellos tiempos fueron aún peores, tiempos de escasez y hambre, de miedo y muerte. Un país dividido y roto. Mis bisabuelos eran muy pobres y todos tenían que trabajar para sobrevivir, a veces alguien les daba una galleta a ella o a su hermano y la guardaban para compartirla cuando llegaban a casa. Conoció a mi abuelo, mi monstruo, hacia 1950 y en 1952 soltera y sin trabajo,en una situación desesperante se quedo embarazada. Corrían los años del franquismo y ser madre fuera del matrimonio no era lo más habitual. En 1953 n

Un comienzo

En mis peores días, no demasiado lejanos, el miedo me venció. Y lo hizo de una manera devastadora. Recluida en casa, sin salir, sin contacto con prácticamente nadie y hundiéndome cada vez más. Incapaz de dar la cara, imposible explicarle mi versión al mundo cuando ni yo misma comprendía que me estaba ocurriendo. Ni siquiera podía permitirme pensar porque todo era tan turbio que me desesperaba. Vivir, ver pasar un día tras otro, era una pesadilla y acabar con todo significaba asumir la derrota. Sin opciones y en la más absoluta soledad trataba de sentirme, simplemente, humana. Tal vez por eso empecé a levantarme de la cama y me dediqué a ver todas las series y películas que encontraba interesantes. Necesitaba soñar y crear un mundo de fantasía para escapar. En eso la televisión es mágica, te transporta a un mundo diferente y te transmite un montón de emociones, es capaz de provocar la risa más sincera y el llanto más desaforado. Siempre fue mi vía de escape en la infancia, la

Las consecuencias

A día de hoy soy consciente de muchas de las consecuencias que me han dejado los abusos y centro todos mis esfuerzos en superarlas. Es posible que con el tiempo descubra alguna más. Pero también es posible que con el tiempo me deshaga de algunas y aprenda a convivir con las demás. Me cuesta horrores ir al médico, sólo lo hago si es absolutamente imprescindible. Desde que mi madre falleció también me ponen nerviosa los hospitales aunque vaya de visita pero eso lo tengo más superado. Mi principal reto es el ginecólogo. Debería hacerme una revisión anual, sobre todo porque el cáncer de mama que padeció mi madre tiene cierta predisposición genética, pero es superior a mí. De vez en cuando cojo fuerzas y libro mi lucha particular para poder hacerme algún chequeo. Mi doctora me reconoce enseguida aunque vaya de ciento a viento, supongo que no tendrá muchas pacientes a las que le tiemblen las piernas. El otro gran enemigo es el dentista. Pero por necesidad he conseguido soporta

Un cuento alternativo

Me crie escuchando cuentos de príncipes y princesas que se enfrentan a madrastras y brujas malvadas y consiguen el amor. Cuentos donde la princesa se dedica a sufrir indefensa hasta que su príncipe azul viene a rescatarla. De tanto escucharlos es posible que haya llegado a creer que tenía que esperar a mi caballero de brillante armadura para ser felices. A pesar de no gustarme las perdices, me dedique a besar sapos durante mucho tiempo y nunca cambiaron de forma. Seguía siendo la pobre princesa repudiada que buscaba su salvación y me aferraba a creer que el amor sería la cura de todos mis males. Que todas mis "taras" quizás desaparecerían con la persona adecuada. Pero esas historias no estaban hechas para la vida real. Si yo era la víctima de un sortilegio malvado no iba a ser un sapo baboso quien rompiera el hechizo. Una vez salí de mi castillo hacia el reino prometido porque creí que al fin había llegado mi salvador. Le di el trono del poder y deje que t

Hola,mi niña

Imponente. La niña lo observaba acercarse al galope. Era pequeña, de unos dos o tres años años. Aquel animal se veía como un gigante a su lado, pero igualmente estaba fascinada. Corría veloz con pasos tranquilos y porte orgulloso. Ella nunca había visto nada parecido tan grande, tan hermoso. Deseaba con todas sus fuerzas acariciarlo y sentir el roce de su piel. Como si hubiera sentido su llamada el caballo se frenó en seco y se acercó hacía ella. Levantó la cabeza y lo escudriñó detenidamente. Podía sentir su respiración agitada aún por la carrera. Fijó la vista en sus enormes ojos negros y ambos se dedicaron a contemplarse mutuamente. Extendió la mano y le acaricio el hocico, su piel era más suave que la de cualquier peluche. Se encontraba tan ensimismada en él que no se percató de que su dueña se había acercado y la miraba también. -¿Te gusta?- Dio un respingo sobresaltada por la voz que interrumpía su trance. Una mirada sincera oculta tras una gran sonrisa esperaba la respue

Agorafobia

Encerrada. Así es como me siento a salvo y en paz. Pero va más allá, he tenido crisis en las que no soy capaz de ver a nadie. Ni siquiera de hablar. Pensaba que que tenía agorafobia. Hoy entiendo que es peor que eso. Tengo miedo a la gente. Demasiados comentarios mal intencionados, demasiadas malas caras. Mi antifaz representaba a una persona fuerte capaz de comerse el mundo, me lo llegué a creer. Conforme me voy desprendiendo de él comprendo muchas cosas. Cada frase hiriente, cada crítica, cada reclamo ha hecho mella en mi interior. Herida. Por dentro arrastro un dolor inmenso. Soy extremadamente sensible y empática. Además de sentirme fatal con los comentarios trato de ponerme en la postura de quien los hace y comprenderlo. Eso hace que lo disculpe y aún me sienta peor. Prácticamente nadie sabe mi secreto,quien soy realmente. Y creo que nadie ha visto a mi verdadero yo. Es un círculo vicioso. Empecé deprimiéndome, o tal vez exteriorizando la depresión que arrastraba ha

Vivir

Crecer en el dolor y en el silencio, deambular junto a la tristeza y el sufrimiento. Intento continuar, no tengo fuerzas no quiero recordar lo que me hicieron. Sobrevivir en el miedo. Trato de ser normal, no lo consigo tengo un vacío dentro, no existe alivio. Pienso que soy culpable, odio este cuerpo cómplice de la suciedad, hoy me avergüenzo. Sobrevivir en la soledad. Me arruinaron la infancia y no hay derecho me daña la negación, estoy destrozad@. Pretenden que lo olvide, como si nada cuando es por su ceguera que estoy marcad@. Sobrevivir en la incomprensión. Acepto lo que ocurrió, he de enfrentarlo. Tropiezo y me levanto, por fin me apoyan. Hay otros como yo que están sanando. Es una guerra dura, pierdo batallas pero se que luchando iré avanzando. Recupero mi voz, rompo el silencio, quizás la sociedad aprenda escuchando. Vivir en la esperanza. P.D. Siento este intento de poema, no es lo mio pero hoy estoy un poco moñas...

Señales

Como niña no supe o no me atreví a hablar, pero me exprese de mil maneras. Fui una pésima estudiante,jamás hacía los deberes o estudiaba. Lo atribuyeron a que era vaga, no se percataron de que el fracaso escolar comenzó cuando nos fuimos a vivir enfrente de mi agresor. Nunca tuve amigas en el segundo colegio, era la rara de la clase, fama que cierta profesora empeñada en ridiculizarme por mi bajo rendimiento ayudo a propagar. Odiaba los recreos y las excursiones porque me hacían ver mi soledad, así que invente amigos imaginarios basados en los tres mosqueperros, una especie de guardaespaldas cuya obligación era defenderme. Les hizo gracia, cosas de la edad... Afortunadamente no todos los adultos me dieron de lado y en verano, en la piscina a la que íbamos, era la enchufada de la dueña. Me enseñaba a cuidar a sus caballos e incluso a montarlos. Allí volví a relacionarme con otros niños y supongo que fue cuando despedí a los mosqueperros... De ese sitio guardo los mejores