Hace poco encontré por casa una foto
de la primera comunión. Nunca me había percatado de la tristeza que
pueden expresar unos ojos a pesar de la sonrisa de los labios.
Con ella vinieron a mi sensaciones
olvidadas.
Iba a un colegio de monjas y una semana
antes nos bajaron a la capilla para confesarnos. No sabía que contar
y le mentí al cura. Me confesé de haber discutido con mi hermana y
mi madre, Don José sonrió condescendiente y no me mandó ninguna
penitencia, al fin y al cabo que pecados puede tener un niño de ocho
años.
Muchas veces bajaba a la capilla, casi siempre a suplicar un poquito de felicidad. Ese jueves por la tarde intenté desesperada hallar un perdón que creía imposible.
Muchas veces bajaba a la capilla, casi siempre a suplicar un poquito de felicidad. Ese jueves por la tarde intenté desesperada hallar un perdón que creía imposible.
La primera vez que use maquillaje fue
para las fotos, no podía salir con arañazos en el cuello y mi madre
tapó la marca de sus “enganchones”. Ni siquiera me importó, la
marca que realmente necesitaba tapar estaba por dentro.
Comulgué un domingo y mi abuelo abusó
de mi el sábado anterior. Sor Pilar nos explicó que para recibir la
comunión teníamos que estar limpias de todo pecado y nos volvió a
ofrecer la confesión ese mismo día.
Me hice pequeñita en mi silla. La
rechacé y me tragué mis pecados en silencio.
Ninguna niña era tan impura como
yo, tan sucia e indigna.
Yo provocaba a mi abuelo, yo llegaba a
disfrutar con sus caricias. Era su amante, como me iba Dios a perdonar
por eso. Ni siquiera en confesión hablar era una opción. La culpa y
la vergüenza imponían mi silencio.
Y recibí la comunión, hasta me sentí purificada por ello. Temía atragantarme o algo, como una especie de castigo divino. Estaba convencida de que no merecía recibir su sacramento.
Pero no pasó nada, incluso disfrute del
día. Era tan buena mentirosa que podía engañar al mismísimo
todopoderoso, nunca se me paso por la cabeza que no fuera
culpable, sólo que además era una gran estafadora.
Eso es el abuso. Hace que una niña de ocho años se sienta indigna, sucia, culpable y además embustera.
Sentimientos que he arrastrado en mi alma demasiados años y de los que aún me cuesta deshacerme del todo.
Eso es el abuso. Hace que una niña de ocho años se sienta indigna, sucia, culpable y además embustera.
Sentimientos que he arrastrado en mi alma demasiados años y de los que aún me cuesta deshacerme del todo.
Realmente difícil y como dices sentimientos que no conseguimos deshacer... Leer a cada una de las sobrevivientes que sigo siempre hace que mi piel se ponga de gallina y que un escalofrío recorra mi cuerpo al sentir nuevamente en cada escrito, rabia, miedo, dolor, asco y sobre todo una impotencia inmensa al saber que un ser humano es capaz de hacerle tanto daño a otro que le es inferior en todos los aspectos...
ResponderEliminarUn abrazo Amapola...
Gracias Anmagoca,me ocurre lo mismo.Siento muy intensamente vuestras historias.Descubrir que hay tantas,y las que no conocemos,me llena de impotencia.
EliminarUn abrazo.
Es curioso. Yo lo que mas recuerdo de mis "dos" primeras comuniones, es la hostia. Siempre me ha dado mucho asco ese pan ácimo e insipido. Me dan ganas de vomitar.
ResponderEliminarY entre la vergüenza de comulgar con semejante secreto y las náuseas que me producía, el cargo de conciencia fue enorme.
Un saludo desde el Averno.
No recordaba como me sentía entonces,pero supongo que todos sentimos ese cargo de conciencia.Nos robaron hasta eso,hasta el disfrutar de uno de los días que deberían ser más felices en la infancia de un niño.
EliminarUn abrazo.
Hace dos días exactamente encontré una foto de cuando tenía apenas 6 años, recordé lo que pasó ese día, y recorde cosas que mi mente bloqueo hasta esa noche, duele, duele tanto recordar que en ese mismo lugar comenzaron los abusos. Duele que después de eso me sentí sucia, avergonzada. A diferencia tuya estudie en un colegio cristiano evangelico y siempre se referian a temas sexuales inculpando al que prematuramente queria vivir una experiencia sexual, y yo, yo en que plano estaba?, yo lo provoque?, me sentía morir, tal cual me siento hoy después de ver esa imagen.
ResponderEliminarGracias por comentar,Amanecer Cautiva.
EliminarEstamos recordando y duele mucho.Revivimos sentimientos encerrados que no queríamos dejar salir,pero es un paso en este camino y si recordamos es porque estamos preparados para afrontarlo.
Un abrazo lleno ánimo.
Yo de plano rompi todas las fotos donde aparecia mi padre,no queria recuerdos asqueroso en mi vida. He visto fotos de cuando yo era chica y habian empezado los abusos y siempre me veo muy sonriente , pero mis ojos no mienten estan llenos de tristeza y desesperacion y hay algo que tambien percibo y recuerdo muy claramente, SOLEDAD. Me veo tan sola aun rodeada de gente, que me dan ganas de gritar tan solo de volver a sentir ese inmenso vacio en el estomago. Trato de no recordar, por no ponerme mal.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Soledad,demasiados años ha sido mi única compañia.Gracias a internet y las personas que he encontrado en este camino ya no lo siento asi.Incluso me siento más cerca de la gente que me rodea.
EliminarLos ojos no mienten,por eso vemos nuestra tristeza reflejada en ellos,pero estamos trabajando para conseguir unos ojos alegres y llenos de vida.
Un abrazo.