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Un cuento alternativo



Me crie escuchando cuentos de príncipes y princesas que se enfrentan a madrastras y brujas malvadas y consiguen el amor.
Cuentos donde la princesa se dedica a sufrir indefensa hasta que su príncipe azul viene a rescatarla.

De tanto escucharlos es posible que haya llegado a creer que tenía que esperar a mi caballero de brillante armadura para ser felices.
A pesar de no gustarme las perdices, me dedique a besar sapos durante mucho tiempo y nunca cambiaron de forma. Seguía siendo la pobre princesa repudiada que buscaba su salvación y me aferraba a creer que el amor sería la cura de todos mis males. Que todas mis "taras" quizás desaparecerían con la persona adecuada.

Pero esas historias no estaban hechas para la vida real. Si yo era la víctima de un sortilegio malvado no iba a ser un sapo baboso quien rompiera el hechizo.
Una vez salí de mi castillo hacia el reino prometido porque creí que al fin había llegado mi salvador.
Le di el trono del poder y deje que tomará el control. Pero resultó ser un brujo disfrazado que buscaba una esclava obediente.
Como buena princesa traté de complacerlo durante mucho tiempo pero sus exigencias eran cada vez mayores y yo seguía siendo la víctima indefensa que callaba y lloraba su desdicha. Creí necesitarlo y dejé que se convirtiera en un parásito pegado a mis costillas. Pase de ser la desgraciada protagonista a la malvada bruja culpable de todos los males del reino. Como yo me sentía tan poquita cosa no iba a dudar del criterio de mi rey. La manzana envenenada convirtió el amor en miedo y tuve que escapar de la torre cuan cenicienta a la carrera.Huí dejando atrás mucho más que un zapatito de cristal. Me refugié en casa de la madrasta que al final no resultó ser un personaje tan antagónico y entendí que el hada madrina había agotado su magia.
Fue entonces cuando descubrí que era yo quien tenía que escribir mi cuento.

Había una vez en un reino muy, muy cercano una princesita valiente que sobrevivía en silencio a los ataques del malvado monstruo robainocencia. El rey ocupado en gobernar a sus súbditos no prestaba atención a la insignificante princesita y dejaba que la reina se encargara de ella, la reina por su parte tenía problemas por un hechizo del malvado monstruo y se dedicaba a probar los más inverosímiles remedios para librarse de él. La pequeña princesa vagaba sola por las dependencias del castillo y nadie reparaba en ella. Un día descubrió que había perdido la voz pero como vivía en el reino de la ceguera pensó que nadie desearía escuchar lo que no querían ver.
El tiempo transcurría y cada vez el monstruo la atacaba con más frecuencia envolviéndola en su suciedad, para que le obedeciera a veces se mostraba bueno y comprensivo. Ella sabía que aquello estaba mal y trataba de buscar una solución. Un día descubrió que el monstruo temía sus palabras y por eso le había arrebatado la voz. Consiguió la pócima de la fortaleza y lo enfrentó amenazándole con desvelar ante todo el reino el secreto que guardaban. El monstruo se rió de ella diciéndole que nadie la iba a creer, pero dejo de atacarla tan insistentemente.
La princesa seguía creciendo pero aunque había conseguido parar al monstruo se sentía culpable por haberlo provocado y temía que descubrieran que el la había ensuciado muchas veces. Trataba de lavarse muy a menudo para que nadie descubriera su hedor.
El rey y la reina mientras tanto no se soportaban y decidieron dividir el reino en dos. Levantaron un muro por la mitad y esperaron a que la princesita decidiera cual le gustaba más. Ella anduvo de acá para allá pero no estaba a gusto en ningún lado y decidió fugarse al reino vecino de la perfección a ver si tenía más suerte, pero ella desentonaba y aunque el príncipe mandon la instruía para convertirla en perfecta no era feliz. Temiendo perder su voluntad si obedecía y el castigo del príncipe si desobedecía escapo a tierras lejanas donde nadie la conociese.
Vivió muchas aventuras y aprendió a luchar para defenderse. Cuando se sintió preparada regresó y fundo su propio reino, el de la esperanza, recuperó la voz y se liberó de la suciedad.Así venció al monstruo robainocencias terminando con la ceguera que tenía hechizado a todo el mundo, aunque algunos, como los reyes, que ya se habían acostumbrado a la oscuridad prefirieron seguir sin mirar y volvieron a vendarse los ojos.
En el reino de la esperanza no todo era felicidad pero lo gobernaba una reina fuerte que sabía lidiar con cualquier peligro. No necesitaba un rey a su lado porque ella se bastaba para solucionar todos los problemas y como estaba muy a gusto sola tampoco buscaba pretendientes, si aparecía alguno con el que se sintiese a gusto tal vez lo convirtiera en rey, pero no era su mayor preocupación.
Había descubierto que el monstruo robainocencias tenía muchos hermanos igual de asquerosos que él y se unió a una cruzada contra el silencio junto a otros reyes y reinas que también habían sido sus víctimas
Y colorín colorado este cuento subrealista se ha acabado.

Comentarios

  1. Ahora toca llevarlo a nuestra realidad!!

    Saludos compañera, de Encontrando el camino...

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  2. Una vez descubierto que el final feliz sólo lo puede crear uno mismo lo demás es pasito a pasito.Estoy segura de que lo conseguiremos.
    Un abrazo para el reino de la solidaridad,donde los príncipes destronados encuentran apoyo y compresión.

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  3. Debemos y tenemos que vencer, por el final feliz de éste y muchos otros cuentos mas...

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  4. Para ti Anmagoca un abrazo especial para el reino del coraje donde las madres luchan contra todos por el bienestar de sus niños.

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