Como
niña no supe o no me atreví a hablar, pero me exprese de mil
maneras.
Fui
una pésima estudiante,jamás hacía los deberes o estudiaba. Lo
atribuyeron a que era vaga, no se percataron de que el fracaso
escolar comenzó cuando nos fuimos a vivir enfrente de mi agresor.
Nunca
tuve amigas en el segundo colegio, era la rara de la clase, fama que
cierta profesora empeñada en ridiculizarme por mi bajo rendimiento
ayudo a propagar. Odiaba los recreos y las excursiones porque me
hacían ver mi soledad, así que invente amigos imaginarios basados en
los tres mosqueperros, una especie de guardaespaldas cuya obligación
era defenderme. Les hizo gracia, cosas de la edad...
Afortunadamente
no todos los adultos me dieron de lado y en verano, en la piscina a la
que íbamos, era la enchufada de la dueña. Me enseñaba a cuidar a
sus caballos e incluso a montarlos. Allí volví a relacionarme con
otros niños y supongo que fue cuando despedí a los mosqueperros...
De ese sitio guardo los mejores recuerdos de mi infancia.
No
expresaba mis opiniones o mis gustos. En navidades y cumpleaños me
compraban lo que les apetecía y ya. Con la ropa era igual, más de
una vez era mi abuelo quien la elegía, de hecho el me regalo mi
primer sujetador.Por supuesto además de pagarlo lo escogió. Lo más normal del mundo. Creí que era porque
ellos no me daban opción a decidir, pero mi hermana si lo
hacía, pedía los juguetes que deseaba y elegía su ropa. Puede ser
que yo no supiera que queria en realidad. Pero entonces porque mi
bisabuela si supo preguntarme que quería para reyes y me compró una
casita de muñecos que me encantaba. Visto desde la distancia era
como una marioneta sin voz que acataba todo sin rechistar.
Mi
abuelo era alcohólico y pedófilo, sabían ambas cosas porque abusó
de mi madre y se emborrachaba todos los días. Yo iba con él al bar
muchas noches, supongo que los fines de semana. Hasta le acompañaba
en viajes cortos de trabajo. No se les pasó por la cabeza que
mandar a su hija en el coche con un borracho que volvía de beber
podía ser peligroso. Lo he llegado a ver conducir tapándose un ojo
porque ni veía.
Cuando
íbamos por el coche al garaje sucedieron gran parte de mis
abusos. Normal que odie aparcar en plazas subterráneas. De hecho evito casi todos los lugares en los que fui abusada.
La
regla me vino con diez años. A los doce ya estaba completamente
formada. En excursiones familiares él les decía que era absurdo que
llevara parte de arriba en el biquini, que no tenía nada. Yo muerta
de la vergüenza, de la impotencia y del asco de sentir su mirada
obedecía como buen títere de su función. ¿Tal era su manipulación
que hasta ellos bailaban a su son?. No veo normal que sea el abuelo
quien decida si la nieta debe hacer topless.
En
esa época vino la peor parte, fue pasando de manosearme y babosearme
mientras él se tocaba a directamente refrotarse. Como ya era mujer
cada vez quería ir a más y yo ya no podía excusarme en que la penetración me producía mucho dolor.
Trataba
de escaquearme siempre que podía pero resultaba imposible.
Desarrollé un pudor tan extremo que me costaba hasta ponerme el
chandal delante de mis compañeras. Ni siquiera permitía a mi madre
verme desnuda. Conseguí mantenerlo a raya no se ni como. Cada vez
que nos quedábamos solos atacaba hasta que yo cedía. Lo llegué a
amenazar y aunque aparentó tomarlo a risa puede que eso me salvará de la
violación en más de una ocasión.
A
mis padres tampoco les extraño que prefiriera quedarme sola en casa
estudiando cuando iban a la piscina antes que pasar con mis abuelos.
Cuando llegaban estaba encerrada con cadena, llave y cerrojo. Muchas
veces intentó entrar en casa al saberme presa fácil. Alguna vez me coacciono de tal manera que llegue a abrirle la puerta.
Cuando
me cambiaron a mi propia habitación él paso a indicar como poner
los muebles. Llegue con mucha ilusión de ver mi nuevo cuarto hasta
que el me dijo que estrenó mi cama haciéndose una paja en mi honor.
Me
dio tanto asco que a base de patadas partí el hierro del somier
donde se juntaba con el pie de la cama.
Aparte
de una racha tremenda de esguinces y golpes en los pies mucho tiempo
después descubrieron que el colchón caía al suelo con un soplido.
Mi padre alucinaba de como podía haber hecho tal destrozo. Me cayo
sermón por no contarlo. Prefería dormir en una cama rota o en el
suelo antes que confiar en ellos, simple.
Estás
algunas señales que recuerdo. Actitudes o situaciones proclives a
desconfiar.
Aunque
un niño calle por vergüenza, culpa o miedo tiene otras muchas formas
de hablar. Mi esperanza es que toda la movilización que se está
llevando a cabo con este tema por parte de asociaciones, medios y
muchos supervivientes ayude a los padres y madres de ésta generación
a aprender a escuchar con los ojos. A observar y detectar los
comportamientos inusuales de los niños. Mirar para otro lado no hace
que el problema desaparezca, solo lo aparta de nuestra vista.
Tu abuelo era un hombre asqueroso y totalmente despreciable... Tienes mucha razón en cuanto al tema de las señales... Debemos estar atentos ante cualquier cambio de actitud en un (a) pequeño (a). Yo no recuerdo que señales dí, supongo que ninguna porque yo mi situación se la contaba a todo el que pudiera, pero tal vez por eso era que nadie me creía, tal vez pensaban que yo mentía, fantaseaba, inventaba, como lo dicen ahora de mi hija (eso aparte de que yo soy una mujer despreciable y mala que la manipula para mentir)... En cuanto a mi pequeña creo que mostró señales que yo en su momento no supe reconocer y de las cuales sólo me dí cuenta cuando ella me contó lo que había sucedido... Me dí cuenta de que en una época empezó a sufrir enuresis nocturna, cosa que nunca había hecho, ni siquiera de pequeñita. Temor a la obscuridad, ir al baño sola y bajo rendimiento escolar... Cuanto lamento no haberle puesto más atención, no haberme dado cuenta de sus señales...
ResponderEliminarDesgraciadamente no es fácil interpretar las señales.Por mucha atención que se les ponga no pensamos que eso le pueda ocurrir a nuestros niños.
ResponderEliminarPor eso me parece tan importante romper el silencio,porque uno de cada cinco niños no son casos aislados.Está ocurriendo y es necesario que la gente se mentalice para que tengan en cuenta esa posibilidad.
No puedo imaginar el dolor que te habrá supuesto darte cuenta de que a tu pequeñita también le ocurrió.
Si se atrevió a contártelo es porque le diste confianza y buscó tu protección.Y que la creyeras y la apoyaras hará que no tenga que vivir en el silencio,que a veces hace tanto daño como el propio abuso.
De hecho leí un estudio que decía que los niños que lo afrontan cuando ocurre no tienen las desastrosas secuelas que tenemos nosotros,pueden pasar página y seguir con su vida.
Eres una gran madre y es una pena que los que te rodean quieran vivir con una venda en los ojos,más de uno debería ponérsela en la boca.
Tal vez algún día esta sociedad entienda que los niños no mienten,los adultos sí.