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Borrachos


Con diez años tuve mi primera menstruación. No quería ser mujer, tan sólo deseaba ser una niña y jugar.

La mayor parte de mi “educación sexual” se la debo a mi abuelo. El primer vello púbico lo descubrió el y me explico que pronto habría muchos más,examinaba mis pechos para ver como iban creciendo y anticipó que pronto me haría mujer. 

La convertí en una excusa, traté de justificar que no tenía ganas debido al malestar que me ocasionaba.

Recuerdo que subrayó un artículo de un periódico que afirmaba que las mujeres tenían más ganas esos días y que el orgasmo aliviaba los dolores menstruales.

No era yo quien tenía la capacidad de decidir, no era yo quien controlaba mi cuerpo. No era una excusa válida.

Ya era mujer y debía comportarme como tal, fuera los pequeños poni y las barbies.

Con doce me compró mi primer sujetador y un pintalabios que guardaba en la guantera. Era muy grande para mi edad, y eso hacía que se escondiese menos, casi creo que le gustaba exhibirse conmigo. Que los demás creyeran que era una especie de ligue.

Creo que es la etapa en la que más consciente fui. La única que mi memoria conserva con algo de claridad. Una etapa de asco y culpa absolutos.

Ese aliento apestando a ginebra, ensuciándome. Baboseandome... Tengo todo tan a flor de piel que cada vez que uno de mis amigos huele a alcohol me siento igual de indefensa. Y sin embargo en mis años oscuros pase por las manos de demasiados borrachos.

El otro día alguien a quien aprecio mucho me llevo al límite. Ebrío,diciendo tremendas tonterías y hablando de desnudarse en un coche, todo en plan de broma. Que malestar tan profundo, que horror recordarme en ese maldito coche semidesnuda, expuesta e indefensa.

Y un roce, un pequeño contacto físico casi acaba con mi autocontrol. De malas maneras lo eché de la habitación. Pero a pesar de que resistí y no llegue al ataque por un instante entré en pánico.

Es alguien en quien confío, alguien que se que nunca me haría daño y aún así me aterrorizó.

Él nunca me permitó llamarle abuelo o yayo, porque era demasiado joven para serlo.

Tal vez es lo único que le agradezco, que no ensuciara esa palabra. Porque él nunca se comportó como tal.

Sólo fue un maldito borracho que hace que no soporte ni a mis amigos cuando llevan un par de copas encima sin revivir el horror que me incrustó en el alma.


Comentarios

  1. Cada vez que te leo siento tus emociones,no se sí es la forma que tienes de escribir o que te nace desde el corazón.Hoy siento esa furia,esa impotencia y esa rabia que transmite tú entrada.

    Es lógico ese asco hacia los borrachos,pero pasará a medida que sigas avanzando.

    Tú blog a veces duele o me hace sonreír,pero nunca me deja indiferente.

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  2. Gracias por tu comentario. Sobre todo porque una escribe lo que siente sin más,y sentir que llega a otras personas es mágico.

    Un abrazo

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