Prefiero
ser una amargada que seguir con el antifaz.
Porque
el mundo exige que seas de una determinada manera para que puedas
encajar en él, pero llega un momento en que descubres que hace años
que eres una pieza diferente y que por mucho que que te amoldes nunca
encontrarás tu sitio en ese puzzle.
Si
me hubiese caído de la bicicleta durante la infancia, se me hubiese
desplazado una rótula y en consecuencia mi pierna estuviese rota
ahora todo el mundo entendería perfectamente que no estoy bien y no
puedo hacer muchas cosas.
Pero
cuando lo que está roto es el alma todo se complica. Nadie entiende
el porque y continuamente te fuerzan a hacer pequeñas cosas para las
que tal vez no estas preparada.
Con
la pierna rota no se te exigiría correr una maratón. Con el alma
rota se te exige salir de casa y seguir como si nada.
Aunque pongas todo tu energía en hacerlo y llegar hasta el bar, siempre habrá alguien de lengua afilada para recriminarte por llegar
tarde.
Es
como recriminar al de la pierna rota por no hacer footing.
Y
lo peor es dejarse llevar por esos comentarios y sentir culpa por no
poder caminar.
Caer
se cae en un instante, una mala palabra o un gesto feo acaban colmando
el vaso y rebasando el límite de lo soportable.
Levantarse
es otra cosa, y más cuando se siente no hay ninguna mano en la que
apoyarte.
Es
un trabajo arduo y requiere de una constancia y paciencia infinitas.
Pero
sobre todo hay que dejar de sentirse débil. Dejar de escuchar esas
voces que nos gritan “no puedes” y reconocer nuestra propia
esencia.
Frecuentemente
reiteradas personas me han aconsejado “que hay que echarle dos... a
la vida”. Cada vez que escucho algo así siento que es exactamente
lo que no estoy haciendo.
Y
nada más lejos de la realidad... Si se nos llama supervivientes por
algo será. Porque a lo mejor llegar hasta aquí nos cuesta un
poquito más de esfuerzo que a los demás.
He
crecido sola soportando bulling en el colegio, he sufrido malos tratos
físicos y psíquicos, he sido abusada sexualmente y defraudada por
cada persona en quien he confiado. Y sigo aquí.
Sin
embargo cuando me embargan los miedos no valoro mi propia fortaleza y
acabo escuchando la parte de mí que nada en la oscuridad.
Quizás
mi parte luminosa sea también la más pequeñita y por tanto difícil
de encontrar, pero esta ahí, existe.
Aunque
a veces cueste dar con ella tarde o temprano aparece. El problema es
que la siento efímera, como si pudiera desvanecerse de un momento a
otro y eso me devuelve el temor de volver a caer.
Porque
si viene la noche no distingo el camino y acabo de nuevo perdida.
El
secreto de esa luz es que pertenece a mi alma. Alumbra
tenuemente, como un candil pero para mí es más que suficiente. No
necesito buscar grandes focos, tan sólo mantenerla.
Es
por eso que esta vez no sólo me vuelvo a levantar, sino que voy a
procurar con todas mis fuerzas conservarla siempre encendida.
Hoy
elijo ser yo, sin máscaras e irradiando luz.
Si juzgas a un pez por su habilidad de trepar un árbol, vivirá toda su vida creyendo que es estúpido.
ResponderEliminarUn abrazo desde el Averno.
Gracias Némesis,gran consejo como siempre.
EliminarUn abrazo
Claro que no necesitas grandes focos, Amapola, tu luz interna es brillante y hermosa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y la tuya Luna Nueva que brillas como si la Luna fuese llena.
EliminarUn beso.
Admiro tu fortaleza. Sigue escribiendo te hará bien.
ResponderEliminarGracias Yanna,por comentar y por tus palabras.
EliminarUn abrazo.
Nadie nos obligo, tan sólo nosotros mismos...
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Cierto,somos nosotros quien elegimos pero a veces seguir la marea de esta sociedad te hace sentir "obligado" a camuflarte...
EliminarUn abrazo.
No, nadie nos obligó a escondernos detrás de un antifaz, pero contribuyeron a que no supiésemos hacer otra cosa para sobrevivir. No es que nos obligásemos a nosotros mismos, es que hicimos lo que pudimos de la forma en que pudimos en su momento y hoy aún no sabemos cómo hacerlo de otro modo. Pero ya es un paso saber que podemos sobrevivir de otra manera y así empezar a vivir. Ahora "sólo" hay que seguir trabajando y alimentando esa luz.
ResponderEliminarY lo haremos,Lunita. Ahora es nuestro momento de sanar,de vivir y de brillar.
EliminarUn abrazo.
Gracias por poner voz a mis sentimientos. Muchas veces no sé cómo expresarlos pero lo que dices es tan cierto... esa culpa que se siente cuando los demás te hablan acerca de 'seguir adelante' cuando apenas está uno levantándose.
ResponderEliminarAbrazos! Gracias otra vez
Gracias a ti,por leerme,por comentarme y por hacerme sentir que lo que escribo sirve.
EliminarUn abrazo gigante.
Buen relato, contundente y real. Me he sentido identificada con tus letras.
ResponderEliminarSaludos, Ann@
PD. Te invito a mi blog
Gracias Ann@,me encantó tu blog.
EliminarUn abrazo.
Me gusta ese sin máscaras e irradiando luz, así es, alumbra mundos. Un abrazo
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