Tengo un bajón y de los gordos. De los de no poder salir de casa ni querer hablar con nadie. Perdí el camino, y cuesta tanto encontrarlo de nuevo... Una buena amiga siempre me repite “nunca dejes de escribir”. Y hasta eso he perdido últimamente, hasta las ganas de escribir,de sacarlo todo, de desahogarme. A veces me pregunto en que momento empecé a encontrarme mejor en soledad. No recuerdo una época de mi vida en que no haya deseado estar sola. Ya cuando era niña mi mayor ilusión era que mis padres se fuesen a la piscina con mi hermana para quedarme castigada toda la tarde, sola en casa. No tengo claro si la primera navidad que pase sola fue a los 17 o a los 18 años. Lo más triste es que viendo una película mientras cenaba canelones de atún disfrute mucho más que en esas supuestas maravillosas cenas familiares. Esos años en los que no tenía contacto con mi padre y en los que mi madre o cenaba con mi abuelo o se iba al pueblo de su novio cené muy bien aco...
Inventé un antifaz que ocultase mi dolor. Viví como crecí, bajo la mordaza del silencio. Ocultando mi verdad. Rota por dentro. Mi infancia está marcada por los abusos. Mi alma está camuflada tras ese antifaz. Llevo demasiado tiempo conviviendo con la vergüenza, la culpa, la soledad y el miedo. Deseo recuperar mi voz y gritar la verdad que muchos prefieren no escuchar.